Hablar con los niños sobre el cáncer puede ser uno de los desafíos más sensibles y emocionales que enfrentes. Sin embargo, la honestidad y la empatía son tus mejores aliados para explicarles esta situación de una manera que puedan comprender y manejar.
Los niños tienen una capacidad innata para notar cuando algo no está bien, por lo que es importante no ocultarles la verdad. Usa un lenguaje claro, sencillo y adaptado a su edad para explicarles qué está pasando.
Ejemplo: Puedes decir: "Estoy enfermo, y los doctores están trabajando para que me sienta mejor. Algunas veces puede tomar tiempo, pero estamos haciendo todo lo posible."
Consejo: Evita usar eufemismos como "estoy un poco cansado" si no reflejan la realidad, ya que podrían generar confusión o desconfianza.
Los niños suelen tener preguntas directas y, a veces, inesperadas. Dales la oportunidad de expresar lo que sienten y piensa con paciencia. No necesitas tener todas las respuestas, pero sí ser sincero con lo que sabes.
Tip práctico: Si no sabes cómo responder, puedes decir: "Esa es una buena pregunta, y me aseguraré de averiguar más para contarte."
Uno de los mayores temores de los niños al escuchar sobre el cáncer es la posibilidad de perder a la persona que quieren. Reafirmar tu amor y asegurarles que seguirás estando ahí para ellos, tanto como puedas, les brinda estabilidad emocional.
Frase importante: "Pase lo que pase, siempre serás lo más importante para mí."
Los niños se sienten más tranquilos cuando sienten que pueden ayudar de alguna manera. Encuentra actividades simples en las que puedan participar, como hacer un dibujo, leer contigo o acompañarte en pequeños momentos. Esto les da un sentido de control y pertenencia.
Sugerencia: Anímales a escribir una carta o a elegir una película para disfrutar juntos.
Aunque sea difícil, encontrar motivos para mantener la esperanza puede brindarles tranquilidad. Hablar sobre los buenos momentos que aún comparten ayuda a enfocarse en lo positivo y refuerza la conexión familiar.
Ejemplo práctico: Comenta cosas como: "Aún podemos disfrutar de nuestro tiempo juntos y hacer cosas que nos hagan felices."
Niños pequeños (3-6 años): Usa explicaciones simples y tranquilizadoras, y reafirma que no es su culpa ni algo que ellos puedan "atrapar".
Niños mayores (7-12 años): Puedes ser más específico sobre la enfermedad y el tratamiento, asegurándote de responder a sus preguntas con más detalle.
Adolescentes: Bríndales información honesta y directa, permitiéndoles expresar sus emociones y preocupaciones con libertad.
Si sientes que necesitas ayuda para abordar este tema, considera trabajar con un psicólogo familiar que pueda orientarte en cómo comunicarte con tus hijos y responder a sus necesidades emocionales.